Las desgracias marcaron la vida del artista, quien perdió a tres de sus cuatro hijos al poco de nacer. Unos 8 años después de su matrimonio, también moriría su esposa. Pasados unos años Rembrandt rehace su vida con Hendrickje, su ama de llaves, con quien tendrá una hija más. En 1663 Hendrickje fallece, un poco más tarde lo hará su hijo (el único vivo de su primer matrimonio) y en 1669 acaba muriendo el propio artista.
La mayor parte de su legado son retratos y pintura de temática religiosa, así como paisajes. El claroscuro será una característica fundamental de su obra lo que definirá su obra, llena de fuertes contrastes de luz para dramatismo a las escenas.
Un único Rembrandt en el Prado
Aunque la obra atribuida al artista se compone de más de 2.000 piezas, sorprendentemente sólo una de ellas se encuentra en la gran colección del Museo del Prado. Ven con nosotros al Museo del Prado y deléitate con Judit en el banquete de Holofernes (1634) donde el artista se interesa por los rasgos de los personajes (en muchas ocasiones retrataba a sus familiares y a su esposa), los detalles de las vestiduras y del mobiliario que aparece en el cuadro.
La historia detrás de este cuadro es sorprendente. ¿Sabías que durante siglos se llamó Artemisa? Hasta su restauración se pensó que era Artemisa recibiendo las cenizas de su esposo mezcladas con vino. En el año 2008, una conservadora experta en pintura flamenca, abogará por la interpretación del relato bíblico de Judit y Holofernes, produciéndose al cambio de nombre.